El grado de antisemitismo, de homofobia, de racismo, de detrimento de la libertad e igualdad de las mujeres frente a los hombres o la xenofobia, junto a otras expresiones de intolerancia, reflejan en qué medida peligra la libertad en una democracia o en cualquier otra forma de gobierno o ciudadanía.
Es evidente que la tolerancia y el reconocimiento positivo de la diversidad cultural representan presupuestos necesarios en el desarrollo de una sociedad libre que se basa en los intereses comunes de los ciudadanos
En este sentido, es necesario aprender y enseñar filosofía y ciudadanía denunciando actitudes intolerantes actuales, como el antisemitismo, que son incompatibles con un pensamiento racional y crítica, que pretenda fundamentarse en el respeto a la dignidad humana.
Hay muchos textos de autores de todo el mundo que han explicado con claridad la importancia de basar los pilares de la democracia en el respeto de las diferencias afianzando los intereses comunes de los ciudadanos independientemente de sus posiciones religiosas, culturales o políticas. Yo, habitualmente me apoyo en la obra de Leopoldo Zea para explicar este hecho en clase.
Hoy mismo, 25 de mayo, podemos leer en las noticias “Un atentado antisemita causa tres muertos en el centro de Bruselas”, con relación a los asesinatos de tres personas en un museo ( http://www.bbc.com/news/world-europe-27562915 --- http://internacional.elpais.com/internacional/2014/05/25/actualidad/1401012929_858629.html .
El pasado 20 de mayo, El País publicaba otro artículo en el que se denunciaba comentarios aparecidos en Internet, relacionados con un partido de baloncesto, con carácter racista, antisemita e indignantes para cualquier persona o pueblo (http://elpais.com/elpais/2014/05/20/inenglish/1400582732_231819.html ). Hace varias semanas, posiblemente algunos días después del 27 de abril (creo que fue con relación a las actividades que se realizaron en Europa en torno al recuerdo de las víctimas del holocausto), oí a una persona que llamó a uno de los programas de Radio Nacional, exponiendo unos razonamientos igualmente racistas y antisemitas que venían a decir que: “no le parecía adecuado que se hicieran homenajes a las víctimas del holocausto, porque Israel utilizaba una política igualmente injusta contra los palestinos”. Este comentario coincidía con algo que ya había leído en un artículo en la BBC (http://www.bbc.com/news/world-europe-24857207).
Me gustaría responder a esos ataques antisemitas y racistas, que van en contra de cualquier pensamiento racional, crítico y cívico, señalando las siguientes razones:
1. La libertad de expresión no debe confundirse con la manifestación o exaltación del odio, de la violencia, de la torpeza, de la maldad y la incultura, que debiéramos conectar con lo que es incorrecto y debiera ser en algunos casos legalmente castigado.
2. Uno es víctima por ser víctima, no por ser de un pueblo u otro. El homenaje a las víctimas es esencialmente un homenaje a personas que han padecido injusticia y, por tanto, todas las víctimas deben verse defendidas y representadas cuando se hace un homenaje a las víctimas del holocausto. Las víctimas del holocausto de la Segunda Guerra Mundial, son víctimas que representan a toda la humanidad, son víctimas de la injusticia, del terror, de la crueldad, del egoísmo, de la cobardía, de un uso malvado y atroz de la deshumanización de la razón. Representan a todas las víctimas, y por tanto, denunciarían injusticias similares por sí mismas, sea en Palestina, o en cualquier otra parte del mundo. Es el deber de todos los estados, de todas sociedades democráticas y de todos individuos que se identifican con la dignidad humana, recordar y ofrecer homenajes a esas víctimas.
3. Además, no debe confundirse la política del gobierno concreto de un país con la ciudadanía del país o con la cultura que, en algunos casos, ese país está relacionada. Sería tanto como afirmar que todos los españoles, italianos, etc., estamos de acuerdo con la política de inmigración que provoca que muchos africanos mueran intentando llegar a Europa. Eso no es así, no es correcto, no es adecuado, no es justo.
4. Por último, creo que es necesario educarnos en la repugnancia a las manifestaciones intolerantes y etnocéntricas, que exhiben el odio, el miedo, los prejuicios, la ignorancia, la violencia, la crueldad como formas de expresión y relaciones humanas. Son indignas y, por supuesto, antidemocráticas.
¿Conoces otras formas de intolerancia que dificulten la convivencia de una ciudadanía libre y democrática?
