FILOSOFÍA Y CONCEPTOS CLAVES DEL ESTOICISMO.
El estoicismo puede ser considerado como la filosofía más característica del Imperio Romano, pese a que tiene sus orígenes en la Grecia antigua. Tres filósofos estoicos claves son: Zenón de Citio (334-262 Atenas), Cicerón (107-44 Roma) y Séneca (4 a. C.– 65 d. C. Roma).
- FILOSOFÍA
GENERAL ESTOICISMO:
La
filosofía estoica busca conciliar el determinismo que rige el cosmos (ley
universal) y la libertad individual (actitud interior del sujeto), haciendo que
los individuos acepten el orden universal controlándose a sí mismos, dominando
sus deseos y desarrollando virtudes o hábitos que les permitan ser lo más
felices posibles.
- CONCEPTOS CLAVES:
1. Felicidad: la felicidad se identifica con el estado
personal que se consigue al vivir conforme a la ley natural, universal; esto
es, con la sumisión, aceptación o conformarse con el orden que marca la
naturaleza. Esta sumisión es una virtud que se logra a través de educar,
adecuar o promover una determinada actitud interior. Es desde esa actitud
interior desde donde podemos desarrollar nuestras virtudes (prudencia,
fortaleza, autodominio, justicia) y deshacernos o rechazar las pasiones
negativas (placer inadecuado, tristezas, miedos, deseos injustificados). Las
pasiones deben someterse a la razón. Para se feliz es esencial desarrollar el
autodominio, autocontrol y fortaleza de sí mismo. El autocontrol nos permite
conocer la naturaleza y ajustarnos a ella, la razón nos ayuda a conocer la
realidad y a aceptarla.
2. Sí
mismo: El yo o constitución y esencia de nuestro espíritu. El
pensamiento de Séneca reflexiona sobre cuáles son las características que debe
tener nuestro yo, lo que somos nosotros mismos, lo que nos queda despojándonos
de todo, para ser felices y actuar correctamente (que es lo mismo). Las
virtudes son las características y hábitos que debe adquirir nuestro espíritu
(paciencia, el valor, la sobriedad, la serenidad. Ser conscientes de lo que
somos realmente, de lo que es nuestra vida, es necesario para nuestra
felicidad. Un momento clave de la filosofía de Séneca está en el valor de la
autoconciencia, del reconocimiento del “sí mismo”, de su autocontrol y
formación, de forma personal.
3. El
sabio: Sostiene su comportamiento en la razón. La fuerza de su
sabiduría radica en tener confianza en sí mismo, en no dudar de su valor, de su
fortaleza, de sus pilares o cimientos, que se fundan sobre sí mismo. Se apoya
en sí mismo sin deseos. No conoce otro bien que el que por sí mismo puede
producir. Nada desea y nada teme. Se contenta con lo que tiene, es invencible
ante lo externo, está atento sólo a sí mismo. No depende de su fortuna, sólo
depende de su virtud. Solo el sabio es feliz, se caracteriza por su
autodominio, su constancia, su sencillez. La verdad está en la razón, en la
conciencia de sí mismo, no en la opinión exterior.
4. El bien supremo:
es la fortaleza del autodominio personal. Es la armonía del alma que reside en
la virtud
inquebrantable.
5. Lo malo: se
identifica con el vicio, con las pasiones negativas, con la incapacidad de
sujetar la “fortaleza de sí mismo”. Es la debilidad de subordinar el “si mismo”
a las pasiones negativas (miedo, odio, envidia, tristeza, crueldad). La
incapacidad de seguir la autodisciplina que marca la razón.
Los estoicos no consideraban la
compasión como una virtud, pues para ellos quien tiene la culpa debe
sufrir la condena, pues es lo que nuestra responsabilidad nos presenta como
lógico y sentido común.
6. Criterio para actuar:
Librarse de todos los deseos. Sólo
debemos esperar la riqueza de nosotros mismos y no de la fortuna. Debemos vivir
austeramente, fortaleciendo nuestras virtudes con una voluntad fuerte
(inquebrantable).
7. Vivir: Hay que
vivir por sí mismo. Hay que vivir como si la vida fuera corta. No se debe
perder el tiempo. Todo vivir es esperar la precariedad. Hay que vivir siendo
conscientes que todo lo tenemos prestado y debemos estar dispuestos a
devolverlo todo, sin tristezas, en cuanto se nos reclame. No debemos apegarnos
a las cosas materiales. No debemos desear, hay que contentarse con lo que se
tiene. No hay que vivir como si la vida fuera a durar siempre.