NATURALEZA HUMANA Y FILOSOFÍA. Human nature and phylosohy.

Una de las áreas de reflexión clave de la filosofía es la naturaleza humana. En la actualidad, la información que se transmite a través de la educación reglada y de los medios de comunicación se dirige, esencialmente, a informarnos sobre el mundo a nuestro alrededor descuidando el centro neurálgico de reflexión que somos nosotros mismos, nuestra identidad como individuos, nuestro sentido de la vida, nuestra percepción de quiénes somos y cuáles son nuestros intereses y fines.

De ahí que os invite a comenzar estas pocas líneas que reflexionan sobre la naturaleza humana preguntándonos ¿Cuáles son las principales diferencias entre los seres humanos y el resto de seres vivos? ¿Los poderes políticos y económicos manipulan la idea que tenemos de ser una persona en función de sus intereses egoístas? ¿Lo que hacemos habitualmente nos ayuda a desarrollar lo mejor de nosotros mismos, a ser felices o, por el contrario, nos deshumaniza y despersonaliza?

Para responder a estas preguntas necesitamos reconocer en qué consiste la estructura básica de lo que llamamos naturaleza humana. A continuación, voy a referirme a 9 rasgos esenciales de lo que entendemos por la naturaleza humana, esto es, a características generales que compartimos todas las personas y nos diferencian del resto de los animales.

1. El primer rasgo se refiere al hecho de la complejidad que envuelve lo que denominamos naturaleza humana. Al analizar cualquier fenómeno relacionado con el ser humano, reconocemos que conlleva una gran complejidad interpretativa por la enorme cantidad de factores que intervienen en lo que hacemos o nos sucede. Por ejemplo, factores temporales, psicológicos, económicos, sociales, biológicos, educativos, políticos, espirituales, etc. 

2. En segundo lugar, autores como Leopoldo Zea han manifestado que la principal similitud que poseen los individuos y pueblos humanos es su diversidad. Somos iguales en que somos diferentes. Las personas somos seres creativos que tendemos a expresar nuestra peculiaridad gracias al carácter simbólico y creativo de nuestro lenguaje, en función de nuestras circunstancia culturales, históricas, personales, medios técnicos, etc. Cada ser humano es un ser exclusivo, diferente a los demás, con una identidad propia e irrepetible.

Tal vez, deberíamos preguntarnos que, si la diversidad humana es fuente de riqueza cultural y expansión de libertades, ¿por qué surgen actitudes políticas y sociales que defienden la uniformidad grupal, las sociedades cerradas, los totalitarismos, el racismo, discriminando lo que no se adecue a una idea de persona acuñada bajo clichés y estereotipos culturales o ideológicos?

3. En tercer lugar, señalamos la temporalidad y dependencia de lo circunstancial de la naturaleza humana.  La naturaleza humana posee una dimensión histórica, como escribieron T. Adorno y Max Horkheimer al comienzo de su obra Dialéctica de la Ilustración. A sí mismo, nuestra realidad se desarrolla y comprende en función de las circunstancias históricas, como Ortega y Gasset manifestó en su famoso aforismo “yo soy yo y mi circunstancia…”.

Quizás, este hecho nos lleve a preguntarnos ¿Qué circunstancias históricas deberíamos erradicar o cambiar para promover lo mejor de la naturaleza humana?

4. La cuarta característica que señalo se refiere al hecho de que el proceso evolutivo humano dio lugar a un tipo de naturaleza que se caracteriza, esencialmente, por el desarrollo de su cultura y de su libertad, en oposición al carácter instintivo del comportamiento del resto de animales. En este ámbito antropológico, por cultura se entiende todo aquello que hemos adquirido a través de la educación y no por herencia genética. La cultura como resultado del aprendizaje abarca un entramado complejo de elementos como el lenguaje, las leyes, las manifestaciones religiosas, las costumbres y tradiciones, la música, literatura, arte, formas de cocinar, vestir, ciencia, tecnología, etc. que son factores constitutivos de nuestra personalidad y de las sociedades de las que formamos parte.

En este sentido, quizás, no está demás preguntarnos ¿por qué los estados y los ciudadanos descuidamos nuestra educación o la reducimos a un simple interés profesional, cuando de ella depende el desarrollo de nuestra dignidad y felicidad? 

5. En quinto lugar, un elemento más de la naturaleza humana es la capacidad de asumir la libertad como responsabilidad de llevar a cabo nuestras decisiones para recrearnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. La naturaleza humana es libre en tanto que conecta con nuestra voluntad, racionalidad y dimensión ética. De ahí, que convenga preguntarnos si recae en nuestra responsabilidad no conformarnos con nuestra simple libertad de desear algo, sino que, más bien, debemos identificarnos con la libertad de hacer lo que consideramos que es nuestro deber.

6. En sexto lugar, una característica clave de la naturaleza humana es que está abierta a transformarse, a variar y evolucionar en su forma de entenderse, de actuar, de mejorar o empeorar. A diferencia del resto de animales que generación tras generación repiten la misma forma de existencia, la precariedad instintiva en los seres humanos no predetermina su comportamiento. Las personas haciendo uso del desarrollo del conocimiento, la tecnología y su voluntad recrean la forma de entenderse a sí mismas, y de comprender y relacionarse con el mundo. Siguiendo a J.P. Sartre, el ser humano no tiene una naturaleza prefijada, por el contrario, somos lo que hacemos, estamos condenados a ser libres, a decidir lo que queremos ser y a desarrollar la voluntad y los medios que nos permitan serlo. Nuestro ser consiste en hacernos a nosotros mismos. Es una naturaleza inacabada. Ahora bien, que la naturaleza humana esté abierta a transformarse  no impide que exista un marco generativo o rasgos generales que la constituyan, dentro de los cuales están nuestra herencia genética como especie y las circunstancias que compartimos.

Creo que deberíamos preguntarnos ¿Hasta que punto los ciudadanos pueden controlar a sus gobiernos para evitar que las posibilidades de la inteligencia artificial, la avaricia y maldad de algunas personas acabe con la esperanza de la humanidad en su conjunto? 

7. En séptimo lugar, el ser humano tiene una naturaleza individual y social. Por un lado, somos seres exclusivos, con una identidad individual propia que requiere asumir la responsabilidad existencial de ser uno mismo, auténtico, libre, con un sentido de la vida propio, una espiritualidad y unos fines personales. Además, somos seres sociales que necesitamos de los demás para ser nosotros mismos. En relación con este hecho, deberíamos preguntarnos si ¿los medios de comunicación, la educación familiar y escolar estimulan la autenticidad, la libertad y el sentido de la vida individual colaborando con la dignidad de todos? ¿Qué podemos hacer los individuos particulares para que esto se haga así?

8. Una octava característica es que el ser humano posee una dimensión racional, ética y espiritual que lo mueve a actuar como un ser consciente del bien y del mal. Nuestros egoísmo y crueldad se enfrentan a principios básicos de nuestra conciencia que nos señalan que no es correcto hacer a otros lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros, y nos marcan la necesidad de actuar conforme a valores éticos identificados con el bien. Potencialmente o de hecho, todo ser humano es vulnerable y, de alguna forma, su estado de bienestar en situaciones concretas está en manos de otros. La compasión y la empatía, como la avaricia y la crueldad forman parte del universo que todo ser humano recrea con su comportamiento. La dimensión ética nos muestra que lo que ocurre a cualquier ser humano nos afecta a todos directa o indirectamente. Esto es, al ser personas, nada relativo a las personas nos es ajeno. Es más, hasta cierto punto, todos somos huéspedes y necesitamos ser acogidos por otros seres humanos para experimentar una vida satisfactoria. La ética nos impone reconocernos a nosotros mismos y a las personas que queremos en quienes son nuestros extraños.

Una cuestión interesante que deberíamos plantearnos es si ¿La ética utilitarista que justifica los medios para conseguir un fin, como en el caso de las guerras y la venta de armas, se basa en la razón del poder o el poder de la razón ética? ¿Es el ejemplo personal la mejor forma de afianzar el bien general en nosotros mismos y en las sociedades en que vivimos?

9. Para finalizar, tengamos en cuenta que las diferentes ciencias se esfuerzan por describir rasgos peculiares de los seres humanos creando un entramado de conocimientos y tecnología que se sostienen unos sobre otros dando una imagen parcial pero precisa de la naturaleza humana. Sin embargo, como nos han recordado repetidamente algunos autores, como Foucault, Chomsky o Habermas, ese conocimiento suele estar mediatizado por los intereses de los poderes públicos y económicos. De ahí que necesite ser decodificado, analizado con un análisis racional, crítico y liberador que revele toda forma de manipulación que se esconde en la información que recibimos. 

De ahí que cuando nos ofrecen avances técnicos y científicos como la solución a los problemas humanos, conviene plantearnos cuestiones del tipo de ¿hasta qué punto los avances técnicos sirven para mejorar la existencia de algunas personas a corto plazo a base de perjudicar la de otras de forma permanente? ¿Cuáles serán las repercusiones sociales de la expansión de la inteligencia artificial en el incremento del paro laboral en un futuro próximo?