En mi opinión, el problema de la alienación en la sociedad contemporánea es uno de los temas claves de la filosofía y cultura actuales, tal vez el más importante.
Pero, ¿en qué consiste el problema filosófico de la alienación? ¿A qué me refiero con el problema filosófico y cultural de la alienación, frente a otros usos de este concepto, por ejemplo, a la alienación como una patología psicológica?
En general, podemos identificar el problema filosófico de la alienación con la perdida o debilitamiento de nuestra consciencia, voluntad y experiencia como sujetos libres, cuya naturaleza esencial consiste en construir nuestro propio destino permanentemente, en recrear la realidad de la que formamos parte en cada momento con el fin de desarrollar una vida tan plena y satisfactoria como nos sea posible.
Las personas y sociedades alienadas tienden a identificar a los seres humanos con simples objetos, mercancías o animales despojándolos de su identidad ética y espiritual, de su dignidad. El proceso de alienación que vivimos nos hace sentirnos parte de un universo que posee la estructura de una gran máquina, en la que los individuos aparecen diseñados como engranajes de un sistema mecánico en el que su consciencia, su voluntad, su libertad y experiencia de sujetos se empobrece, se reduce dramáticamente a decidir entre opciones que se nos presentan con manipulación y engaño.
¿A qué tipo de sociedad nos conduce el hecho de ignorar las diferencias cualitativas, la naturaleza ética y espiritual del ser humano frente al resto de animales y cosas? ¿Qué destino creamos para aquellos seres humanos que convertimos en simples mercancías, que transformamos en instrumentos de quienes los utilizan para servirse egoístamente de ellos? ¿Qué sentido cobran las vidas de los seres humanos en estas situaciones?
La incapacidad de tomar el control de la propia vida, la incertidumbre y el sinsentido de millones de personas que ven cómo sus vidas se les escapan de las manos incapaces de dirigir su propio destino, las diferentes formas de esclavitud a las que nos somete un sistema cultural con el que colaboramos y retroalimentamos, la crueldad que verificamos en las guerras, muchos de los problemas psicológicos, la drogodependencia, los fanatismos y populismos ideológicos y religiosos, el fortalecimiento de los totalitarismos, la contradicción entre el avance espectacular científico-tecnológico y los miles de personas que mueren de hambre y sin medicinas, el ansia consumista relacionado con la destrucción del medioambiente, etc. ¿No son todos ellos fenómenos relacionados con la alienación?
¿Qué provoca que, de forma generalizada, la población mundial experimente y desarrolle un progresivo alejamiento, pérdida, enajenación, indiferencia o alienación de lo que representa ser una persona, esto es, de su naturaleza como seres libres cuya esencia consiste en recrearse como sujetos y como sociedad y recrear el mundo del que forman parte asumiendo sus raíces éticas y racionales?
Dos fenómenos claves conectados con el proceso de alienación actual son, uno, la perdida de reconocimiento y control de la autoridad y responsabilidad ante el resultado de nuestras propias acciones y, dos, la perdida de consciencia de que la fuerza esencial que sostiene todo desarrollo humano es la mutua colaboración entre las personas como resultado de sentirse semejantes, esto es, con unos intereses y un destino comunes a pesar de sus diferencias.
Pensemos hasta qué punto los dos hechos anteriores: por un lado, la alienación conectada con el abandono de la autoridad y responsabilidad de nuestras acciones y, por otro, la alienación que nos impide reconocer que la única forma de promover nuestro bien se basa en promover el bien de los demás, el bien común,son dos fenómenos que están relacionadas con multitud de situaciones típicas que experimentamos asiduamente en la sociedad y cultura contemporáneas como ocurre con los nueve ejemplos siguientes:
1. Un tipo de actitud social conformista, pasiva y receptiva de la población, de individuos con una voluntad débil dependiente de una autoridad ajena y una percepción de la realidad estereotipada.
2. Una sociedad atomizada en la que el egoísmo individualistase presenta como la forma de triunfar a base de empobrecer y dañar a los demás, una actitud competitiva, agresiva ausente de valores éticos.
3. La despersonalización e indiferencia ante las consecuencias de nuestro trabajo, de nuestro comportamiento, actuando de forma mecánica en nuestras relaciones con los demás perdiendo la sensibilidad y la ternura que requiere la comunicación todo ser humano, especialmente con los más débiles. Comportamiento mecánico, burocrático y despersonalizado que realizamos para encajar de la mejor forma posible en el sistema del que formas parte, buscando reconocimiento por parte de este sistema.
4. El tipo de idolatría en el que adoptamos y recreamos culturalmente unas ideas, unos clichés, unas imágenes de nosotros mismos, un destino prefijado, unas creencias, unas instituciones, poderes públicos, héroes, mentiras, fantasías y un largo etcétera más de realidades que día a día hacemos, recreamos, como quienes tallan ídolos y, luego, los idealizan como algo ajeno otorgándolo el poder de arruinar sus vidas, esperanzas de libertad y cordura como dueños de su propio destino y responsables del futuro del mundo.
5. El escapismo, no sólo en los momentos de ocio sino en la forma de ver la realidad, como actitud existencial, como una forma de evasión de nuestros intereses y responsabilidades reales. A lo que podemos también añadir, la contradicción entre ser y tener, además de la contradicción entre egoísmo narcisista frente a promover nuestra libertad apoyando la libertad de todos.
6. La superficialidad, la frivolidad a la hora de analizar y juzgar la realidad, la falta de cuestionarse cuáles son nuestras prioridades existenciales. La falta de autenticidad, de sentirse individuos exclusivos, imprescindibles para el resto de la humanidad, tan importantes como los que más sin perder la humildad que imponen nuestros límites.
7. Los problemas psicológicos consecuencia de la vacuidad interior relacionada con el estrés y la ansiedad de actividades que impiden realizarnos adecuadamente como personas satisfechas de nuestra propia existencia, de lo que hacemos asiduamente, como resultado de vernos forzados a realizar un tipo de actividades que contradicen nuestra identidad y desarrollo como sujetos libres, coherentes con nuestra sensibilidad ética y racional.
8. La falta de empatía, de compasión, la insensibilidad, la apatía e indolencia ante el sufrimiento ajeno conectada con la incapacidad de reconocernos a nosotros mismos en las otras personas.
9. La dificultad para sostener la fe necesaria en nuestras propias acciones, en nuestra voluntad, coraje, razones y esfuerzo para ser nosotros mismos desarrollando lo mejor de nuestras posibilidades.
¿Cómo podemos luchar contra este proceso de alienación, de enajenación de nuestra naturaleza esencial como personas? ¿Qué actitudes, comportamientos y situaciones que nosotros creamos nos alienan? ¿Qué debemos hacer para emanciparnos de los hábitos, del aprendizaje inadecuado, de las ideas y creencias que hemos convertido en ídolos falsos y promueven nuestra deshumanización?
¿Qué debemos hacer para afianzar la fe necesaria en nosotros mismos, en nuestra voluntad, esfuerzo, autenticidad, amor, en nuestro quehacer cotidiano para generar experiencias de nuestra existencia y del mundo cargadas de dignidad?
Para acabar, tal vez deberíamos preguntarnos ¿Qué consecuencias se derivan para los demás y para nosotros del hecho de mantenernos en un sistema cultural y social que estimula y se retroalimenta de la alienación de sus ciudadanos impidiéndoles reconocerse como responsables de su propio destino? ¿Qué podemos hacer para frenar y evitar este proceso de alienación y deshumanización?
Quizás no está demás empezar por reconocer que somos lo que hacemos, y que trabajando para desarrollar lo mejor de nosotros mismos mejoramos el mundo que nos rodea.
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